¿Por qué son importantes las humanidades?
“Revivamos el interés en las humanidades porque permiten el pensamiento crítico, porque ayudan a conocer la cultura, porque nos ayudan al desarrollo de soft skills, etc” no es otra cosa que
Mtr. Alonso Begazo Cáceres
Profesor del Departamento de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Católica San Pablo
Quizá en este punto, esta pregunta cae de madura. Nos queda claro que hemos perdido algo importante, pero aún no queda del todo claro ¿Por qué es importante? Algunos autores contemporáneos como Dewey, Amartya Sen, o Tagore, entre otros, buscan justificar está pregunta a partir de los beneficios o consecuencias que conllevan el estudio de las humanidades.
Si bien es cierto, una de las formas que se pueden utilizar para demostrar la razonabilidad de una acción radica en la verosímil previsión de sus consecuencias o beneficios; creo que eso nos pone de vuelta en el fortalecimiento de una de las causas del porqué hemos dejado a las humanidades atrás.
Valorar a las humanidades por lo que permiten; o por lo menos, solo valorarlas, por ello, es alimentar la dinámica del rendimiento. “Revivamos el interés en las humanidades porque permiten el pensamiento crítico, porque ayudan a conocer la cultura, porque nos ayudan al desarrollo de soft skills, etc” no es otra cosa que ajustar a las humanidades a la dinámica de la “rentabilidad”.
Por ello considero que lo primero que necesitamos hacer para aproximarnos adecuadamente a las humanidades requiere retomar la explicación de la idea dignidad. Existen cosas que son valiosas por si mismas.
Parte del problema contemporáneo de las humanidades se debe a que se hecho un intercambio en el orden de lo instrumental y de lo intrínseco. Cuando nos referimos a lo instrumental hacemos alusión a algo que debe ser considerado como un medio para conseguir algo más, por otro lado, lo intrínsecamente valioso vale la pena tenerla para sí misma, no como medio para otra cosa.
Nuestra época está caracterizada por haber suprimido del razonamiento la consideración de lo intrínseco, debido a que la cultura está marcada por una búsqueda ulterior de lo que sea. Por ello, continuar con una justificación de las humanidades desde su funcionalidad resulta una vuelta al problema.
Lo primero que convendría señalar que la principal razón por la cual las humanidades son importantes radica en el hecho de que son cuestiones o abordan cuestiones que son intrínsecamente valiosas. Ciertas dimensiones como la metafísica, la literatura o la belleza nos ejemplifican ciertos conocimientos que, en estricto, no nos sirven para nada, que pertenecen al mundo del ocio intelectual, como señalaría Joseph Pieper, y no al mundo de la producción.
Las cosas que son más cercanas a lo esencialmente humano adquieren propiedades similares a las de la dignidad humana que nos distingue. Mientras una determinada disciplina nos permite acceder más y mejor a lo fundamental del hombre nos dirige menos a cosas que están fuera de él.
Por ello, estas áreas del saber resultan siendo valiosas porque son buenas, porque en sí mismas terminan siendo expresión de lo verdaderamente humano que es valioso.
Quizá una estructura de razonamiento similar en el contexto contemporáneo lo podemos en la retórica de los derechos humanos. Los derechos humanos terminan siendo protegidos no porque nos permiten cosas, sino porque principalmente son expresión de lo auténticamente humano y pueden ser cautelados y defendidos. Del mismo modo, la justificación de la importancia de las humanidades radica en recoger aquel conjunto de saberes más íntimamente vinculados con lo propiamente humano y por ende son valorables por si y no por nada más.
Ahora, no es imperativo contraponer las realidades instrumentales y las intrínsecas, ya que podemos toparnos con realidades algunas cosas pueden ser consideradas en sí mismas y al mismo tiempo permiten obtener realidades fuera de él. De hecho Finnis, en uno de sus tantos principios de razonabilidad práctica, señala que obrar de modo razonable implica garantizar un cierto compromiso con la eficiencia.
Esto conlleva a considerar que en nuestro razonamiento valorativo, consideramos la bondad pero al mismo tiempo la efectividad de nuestras acciones, pero el primer intento de justificación debería pasar por identificar la bondad propia de las humanidades, aunque razonablemente esto pueda causar algunos beneficios adicionales que refuercen nuestra apreciación.