¿El mundo de la experimentación o la experimentación del mundo?
Los niños, por su inquieta naturaleza, sienten interés por descubrir el mundo.
Un artículo de Consuelo Mayela Coaquira Begazo
Doctora en Educación por Universidad Católica de Santa María
Profesora de la Escuela de Educación de la Universidad Católica San Pablo
Los niños, por su inquieta naturaleza, sienten interés por descubrir el mundo. Poseen una alta sensibilidad por todo aquello que tiene vida y se deleitan en cuestiones tan sencillas como la observación de una simple hoja, contemplando de esta manera la belleza del mundo.
¡Cómo no recordar los paseos del colegio! Cuando emocionados, ni dormíamos por llegar a tiempo, y retornábamos a casa satisfechos de vivencias, aventuras y descubrimientos… Eran experiencias que nos calaban muy hondo.
Al día siguiente, de regreso al colegio, los maestros se aprovechaban de nuestros cuestionamientos y experiencias para enseñar ciencia, validando nuestros saberes previos para gestionar actividades de experimentación.
Los experimentos, actualmente, resultan ser una de las actividades ideales para generar el acercamiento de los niños a la ciencia, y al margen de que sea una actividad educativa, no deja de ser una experiencia fascinante para los niños, porque alimentan su insaciable curiosidad y despierta el interés por comprender como funciona el mundo. Promover la ciencia en niños, no es hacer experimentos porque sí. Educar en la ciencia, debe tener el objetivo de que los niños comprendan los fenómenos del mundo que nos rodea.
Con la experimentación, se ofrece a los niños la oportunidad de alcanzar un aprendizaje por el mundo científico, que difícilmente se olvida cuando el docente gestiona estrategias adecuadas para el desarrollo de habilidades científicas.
Las prácticas de experimentación se articulan como un proceso desde la observación, exploración de materiales, herramientas y sustancias, hasta la demostración y comprobación de predicciones que nacen del interés del niño. Estos procesos se potencian cuando los niños, de forma organizada, cuestionan y analizan situaciones de manera cooperativa, socializando sus ideas y comunicando sus hallazgos.
El docente interactúa siendo uno más del equipo, trabaja en la enseñanza del uso de materiales y manipulación de herramientas, brinda seguridad al niño, promueve la autonomía y fomenta el pensamiento crítico para la resolución de problemas o explicación de fenómenos.
La experimentación suele confundirse con la elaboración de una receta, la elaboración de una manualidad; sin embargo, existe una característica importante en el proceso de experimentación, que recae en el docente, es la capacidad de hacer preguntas idóneas a los niños para provocar explicaciones que evidencien la comprensión del fenómeno.
Pero, adicionalmente a lo mencionado, es indispensable permitir adecuados espacios de tiempo para que los pequeños puedan conversar sobre sus aprendizajes. Cuando los niños están ávidos de aprender, la mejor manera de fomentar esa dinámica para por saber escuchar al niño y disfrutar juntos de la experimentación.
Hoy en día, es propicio exponer a los niños al lenguaje científico, posibilitando experiencias que inicien con la observación e indagación de su entorno inmediato, donde exploren con elementos naturales, intercambien sus observaciones de manera espontánea y, principalmente, disfruten del encuentro con el medio natural.